¡Mira! Ahí hay lecciones de marketing: Titanic

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Una de las películas más míticas de la historia del cine está dando que hablar últimamente, y la razón no es otra que un debate sobre su trágico final: ¿cabía Jack en la tabla con Rose? Efectivamente estamos hablando de Titanic, concretamente la escena en la que Jack muere de hipotermia por salvar la vida a su enamorada, subida a una tabla mientras el Titanic se hundía.

Titanic, dirigida y escrita por James Cameron en 1997, es una premiadísima película basada en hechos reales, un transatlántico llamado RMS Titanic que, en su viaje inaugural desde Inglaterra a Nueva York, sufre un accidente cobrándose 1514 vidas, hechos ocurridos en abril de 1912. Ya que todos conocemos esta obra, vamos a analizarla desde el punto de vista marketiniano:

  1. No sólo el marketing asegura el éxito. Esto quiere decir que por muy buena que sea la publicidad, la campaña, las expectativas que creas…el producto debe estar a la altura. En este caso concreto, el barco sufrió un accidente, correcto, pero podemos abrir debates como por ejemplo si el personal estaba capacitado. ¿Cómo es posible un despiste de esas dimensiones? Era el mejor trasatlántico de la historia, todo el mundo lo sabía, pero toda la publicidad previa no pudo evitar que ese barco se hundiera. Recordemos la frase de Will Rogers: «Si los anunciantes se gastaran la misma cantidad de dinero en mejorar sus productos de lo que se gastan en anunciarlos, ni siquiera necesitarían anunciarlos».
  2. Los mejores productos también fallan. Basándonos en que efectivamente fue un accidente inevitable, que el iceberg no se veía hasta casi el momento del choque, tenemos que reconocer que ningún producto o servicio está libre de errores, concepto que no muchos consumidores entienden. El hecho de pagar más por algo, no te asegura que todo vaya a ir 100% bajo lo previsto, los accidentes ocurren a todos por igual.
  3. La necesidad de contar con un plan B. En el barco viajaban a bordo 2224 personas, contando con su tripulación, pero a la hora del accidente y desplegar los equipos de salvamento, en ellos solo podían subir mujeres y niños, dejando a gran parte de la tripulación a la deriva en aguas congeladas; sólo sobrevivieron 710 personas. Como mencionamos en el punto anterior, ni los mejores productos, ni los mejores planes están libres de accidentes, por lo que siempre es necesario contar con un plan de emergencias, algo que nos asegure el éxito o, al menos, no nos haga fracasar. Este caso lo podemos extrapolar a un evento, básate en la ley de Murphy: si no sucede ningún imprevisto, éxito asegurado, y si sucede algún imprevisto, incluso puede ser una buena ocasión para salir beneficiado.
  4. El mejor producto no es el más caro. Y ya no hablamos del barco, hablamos de personas. Rose estaba en una relación con un hombre rico, aparentemente el que mejor le convenía. Pero su descontento era tal que pretendía suicidarse cuando un chico de una clase social bastante inferior la salvó y le devolvió las ganas de vivir. Si comparásemos a las personas con los productos, estaríamos hablando que todos los espectadores simpatizaron con el humilde, el buen producto frente al caro. En marketing, el dinero tampoco es fundamental: puedes ser la compañía más rica y estar condenada al fracaso si no cuidas a tus clientes.

Podríamos sacar más conclusiones marketinianas pero queremos que seáis vosotros los que nos digáis que más habéis visto en esta película. Si algo aprendimos en ella, es que puedes pasar de la gloria al fracaso en un segundo. En MarQuid te asesoramos para que eso no te pase. Para más información, consulta en info@marquid.com.

Recuerda que sólo el que sabe a dónde va, elige el mejor camino.

Rebeca Facal Fuentes

Ejecutiva de cuentas

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